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El Tesoro Perdido

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Crecimos en un mundo en donde la socialización era muy importante, nuestros amigos, nuestra familia y hasta nuestros maestros estaban ahí para platicar con nosotros y para escucharnos. Hacíamos lo que tocaba para el momento o la actividad en la que estábamos. Si era la hora de la comida, simplemente comíamos y platicábamos con nuestros papás y hermanos, en las tardes salíamos a jugar con nuestros amigos y simplemente jugábamos y platicábamos, lo mismo a la hora de la cena, o al ir en el carro. El punto de reunión que no fallaba nunca era la mesa de la cocina, en la que tranquilamente comíamos comida real ( frijoles, carne, verduras, pollo, ensalada etc) y tomábamos agua de limón, naranjada o jamaica y por supuesto la comida iba acompañada de una muy buena plática de cómo había sido nuestro día. Los tiempos fueron cambiando, la tecnología inalámbrica fue creciendo y vivir siempre con prisa fue quitándonos el tiempo maravilloso que pasábamos alrededor de la mesa de la cocina. Ahora es co

Campo Minado

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En un mundo lleno de peligros, desde muy niños nos entrenan para aprender a tener muchas precauciones, cuidarnos y no poner nuestra vida en riesgo. Es muy común enseñar al niño a cruzar la calle, que volteé para los dos lados de la calle antes de cruzar, se le enseña a usar casco cuando anda en bicicleta y a tener mucho cuidado con los carros, se le enseña a nadar para evitar accidentes y mientras aprende siempre es bajo la supervisión de un adulto. Cuando el niño crece y empieza  a manejar un automóvil, tiene que usar cinturón de seguridad y se le prohíbe manejar a altas velocidades y sólo en ciertos horarios; así como estos ejemplos la lista puede ser interminable ya que solemos ser muy precavidos y responsables para con nosotros y para con nuestros hijos cuando se trata de riesgos que pueden atentar contra la vida en el acto. Lamentablemente todos los demás riesgos que nos pueden matar lentamente pareciera que no existieran. Pasan los años, las generaciones y la enseñanza es la mism

Sobreviviendo con mi ADICCIÓN

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¿Reconoces tener adicción o lo niegas como todos los que la tienen lo hacen? En un mundo en el que ver lo que hace el otro se vuelve lo normal, es difícil vivir sin adicción. Lo vemos en las series de televisión, en las películas, en las calles, en las reuniones, en la escuela, en tantos lugares que ya es una normalidad sin reconocerla y sin llamarla por su nombre. Esta adicción como muchas otras también te enferma y también te mata. Si tú no quieres ser una víctima más de ella lo primero a hacer es reconocer que la tienes y que tienes una fuerte atracción por ella. Tu creencia de necesitarla y de que cada vez ocupas más, es algo que tú decidiste creer, regido quizá por esta nueva normalidad en donde la sociedad lo fomenta, lo permite y cada vez te muestra nuevas variantes con mayor daño y mayor disfrute. Esto no va a parar solo, como en todo, hay un interés monetario en el que tu salud y tu bienestar salen sobrando. La pausa la tienes que hacer tú y la decisión de moderarte está sólo

Buscando mi camino ME ENCONTRÉ

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 Es común que mis clientes me pregunten cómo es que llegué a tener este oficio. Podría decir tantas cosas pero la realidad es que me lo procuré, busqué, estudié, me cuestioné infinidad de veces, dudé y al final encontré en dónde estaba mi pasión. En mi trabajo hay muchos beneficiados pero nadie más que yo, poner al servicio de mis clientes mi pasión es sumamente gratificante. Podría decir que lo que hago es por ayudar a mis clientes y no mentiría pero para poder ayudarlos primero tengo que disfrutarlo yo y en el disfrute ha estado mi necesidad de aprender de tantos y tan variados temas relacionados a campos electromagnéticos y estrés geopático, pero también temas de alimentación, suplementación etcetera. Es quizá que por eso para mi nunca ha sido suficiente, siempre estudiando, leyendo y tomando nuevos cursos. Mi primer pasión fue cuando descubrí el maravilloso mundo de la radiestesia y el estrés geopático, leí muchos libros, tomé muchos cursos, aprendí cosas que para mi cabeza escépti