El Tesoro Perdido


Crecimos en un mundo en donde la socialización era muy importante, nuestros amigos, nuestra familia y hasta nuestros maestros estaban ahí para platicar con nosotros y para escucharnos. Hacíamos lo que tocaba para el momento o la actividad en la que estábamos. Si era la hora de la comida, simplemente comíamos y platicábamos con nuestros papás y hermanos, en las tardes salíamos a jugar con nuestros amigos y simplemente jugábamos y platicábamos, lo mismo a la hora de la cena, o al ir en el carro.

El punto de reunión que no fallaba nunca era la mesa de la cocina, en la que tranquilamente comíamos comida real ( frijoles, carne, verduras, pollo, ensalada etc) y tomábamos agua de limón, naranjada o jamaica y por supuesto la comida iba acompañada de una muy buena plática de cómo había sido nuestro día.

Los tiempos fueron cambiando, la tecnología inalámbrica fue creciendo y vivir siempre con prisa fue quitándonos el tiempo maravilloso que pasábamos alrededor de la mesa de la cocina.

Ahora es común ver a los niños comiendo con la tablet por un lado apoyada en la mesa de la cocina, los jóvenes y los adultos contestando whats app en su celular o viendo las redes sociales. Ahora ya no hay tiempo para cocinar ni para comer tranquilamente. La comida real que solíamos comer ya es difícil encontrarla en nuestra mesa, fue sustituida por la practicidad y el ahorro de tiempo y dinero. Ahora la comida la encontramos en bolsas ya condimentadas en la que sólo falta agregar agua, en latas que basta abrirlas para poder comerlas y en tantas presentaciones que nos hacen ahorrar tiempo y en muchas ocasiones dinero. Comida llena de conservadores, aditivos, potenciadores de sabor y una lista interminable de ingredientes raros que vienen escritos en sus empaques, comida que está lejos de ser saludable pero es muy rápida de cocinar o preparar y barata, lo cual la hace muy atractiva.

Esta nueva normalidad no es cuestionable si es buena o no para nosotros o nuestras familias, ya que es lo normal en la mayoría de las casas. Al caminar por los pasillos del supermercado es sorprendente ver que están llenos de productos que contienen colorantes, aditivos, conservadores, potenciadores de sabor y en empaques muy atractivos pero que en muchos casos sueltan químicos al estar la comida en contacto con el material. El área de los sobres para preparar jarras de bebida preparada es enorme, encuentras de todos los colores para que no falte en tu mesa un jarra de agua de color. Esta es la alimentación de muchas familias. Nos venden practicidad y la compramos. Permitimos que nuestros hijos estén con la tablet y el celular en la mesa para nosotros como padres también hacerlo, total, todos lo hacen.

Nunca es tarde para hacer una pausa y pensar en la importancia de la buena comunicación y la buena alimentación.

Escuchar a nuestros hijos con los ojos, sí con los ojos, poniéndoles atención, soltando el celular y escuchando atentamente lo que nos están diciendo, haciéndo esto SI nos vamos a ahorrar mucho dinero y tiempo, nos vamos a ahorrar consultas y muchos problemas. Y si los enseñamos con reglas a soltar el celular y a aprender a socializar les estamos facilitando el salir al mundo, hacer amigos, conseguir empleo etc. Alimentando a nuestra familia con comida real, nos vamos a ahorrar dinero en medicinas, en consultas, en frustraciones por tener obesidad. Tendremos hijos bien nutridos y con buenos hábitos.

La socialización y la buena alimentación son el tesoro perdido que el wifi y las prisas se llevaron. Ahora es decisión de cada quien si quiere recuperar y experimentar lo valioso de este gran tesoro perdido.


                                                                                                                Nelda Cantú, EMRS

                                                                                                        Electromagnetic Radiation Specialist

                                                                                                                www.geovitalis.com









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